Evolución geológica de La Palma

Figura 1. Vista panorámica de La Palma hacia el este, tomada desde Tenerife, donde destacan los edificios de Taburiente y Cumbre Vieja separados por el Valle de Aridane; fotografía de Claudia Prieto-Torrell.
Taburiente y Cumbre Vieja no son, sin embargo, los únicos edificios volcánicos que han modelado el paisaje de la isla. De hecho, la historia geológica de La Palma, como la de toda isla volcánica oceánica, comienza… ¡en el fondo del mar!
Hace unos 4 millones de años, la actividad efusiva comenzó a levantar lentamente un monte submarino en lo que hoy conocemos como La Palma. El inicio del crecimiento submarino profundo estuvo marcado por la formación de lavas almohadilladas poco vesiculadas, debido a que la presión del agua era demasiado alta para que los gases pudiesen separarse del magma (Figura 2a).
Con el paso del tiempo, la acumulación continua de material volcánico (lavas y domos) y plutónico (gabros) permitió que el edificio submarino ganara altura, acercándose cada vez más a la superficie del mar. En esta etapa de crecimiento submarino somero, dominó la actividad explosiva debido a la interacción a poca profundidad entre el magma y el agua, lo que resultó en la formación de lavas almohadilladas muy vesiculadas y brechas explosivas, producto de las erupciones surtseyanas (Figura 2b).

Figura 2. Esquema que ilustra el inicio del crecimiento submarino profundo hace 4 millones de años (a), el crecimiento submarino somero (b) y el crecimiento subaéreo de La Palma hace aproximadamente 1,77 millones de años (c). Modificado de Perez-Torrado et al. (2022).
Finalmente, hace alrededor de 1,77 millones de años, la cumbre del edificio volcánico submarino emergió a la superficie, marcando el nacimiento de La Palma como isla (Figura 2c). Los primeros 500.000 años de historia subaérea de La Palma estuvieron marcados por una intensa actividad volcánica en lo que hoy es la parte norte de la isla. Sucesivas erupciones, mayoritariamente estrombolianas, dieron lugar a la acumulación de lavas pahoehoe y depósitos de escoria y lapilli, formando el edificio volcánico Garafía (Figura 3a), que llegó a tener entre 2.500 y 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
El rápido e inestable crecimiento del edificio Garafía se vio interrumpido hace 1,2 millones de años, cuando un gran deslizamiento hizo colapsar su flanco sur (Figura 3b). A partir de entonces, las nuevas erupciones construyeron el edificio volcánico Taburiente, caracterizado por grandes potencias de lavas horizontales que se fueron apilando contra la cicatriz del deslizamiento de Garafía (Figura 3c). En la parte sur del edificio Taburiente, se desarrolló una dorsal muy alta (más de 2.500 metros de altura) e inestable, conocida como Cumbre Nueva, que hace unos 560.000 años colapsó hacia el oeste formando el Valle de Aridane. A este segundo colapso se le conoce como deslizamiento de Taburiente (Figura 3d).

Figura 3. Esquema que ilustra la evolución geológica subaérea del norte de la isla de La Palma, incluyendo el desarrollo del edificio volcánico Garafía (a), el deslizamiento gigante de Garafía (b), el desarrollo del edificio volcánico Taburiente (c) y el deslizamiento gigante de Taburiente (d). Modificado de Perez-Torrado et al. (2022).
Después del deslizamiento de Taburiente, la actividad volcánica se concentró en la parte norte del Valle de Aridane, construyendo rápidamente el estratovolcán Bejenado hasta hace unos 490.000 años (Figura 4). Entre este volcán y la cicatriz del deslizamiento de Taburiente se formó también el Barranco de las Angustias, una profunda incisión en el relieve que drena el agua desde el centro de la isla hacia su extremo oeste (Figuras 4 y 5). La fuerte erosión del agua y el colapso de partes de sus laderas dieron lugar a la impresionante Caldera de Taburiente (Figuras 4 y 5a), que no es en sí una caldera volcánica, sino una enorme depresión formada por la erosión fluvial, rodeada de altos acantilados y considerada uno de los paisajes más icónicos de La Palma.

Figura 4. Vista aérea de La Palma (izquierda) y detalle de la Caldea de Taburiente, el Barranco de las Angustias, el estratovolcán Bejenado y el Valle de Aridane (derecha). Modificado de ESRI® Satellite.

Figura 5. a. Vista hacia el norte del Valle de Aridane, el estratovolcán Bejenado y, al fondo, la Caldera de Taburiente y la cicatriz del deslizamiento de Taburiente; fotografía de Google Maps. b. Vista hacia el sureste del Barranco de las Angustias, el Valle de Aridane y el estratovolcán Bejenado; fotografía de Jorge Benayas.

Figura 5. a. Vista hacia el norte del Valle de Aridane, el estratovolcán Bejenado y, al fondo, la Caldera de Taburiente y la cicatriz del deslizamiento de Taburiente; fotografía de Google Maps. b. Vista hacia el sureste del Barranco de las Angustias, el Valle de Aridane y el estratovolcán Bejenado; fotografía de Jorge Benayas.
La actividad volcánica en la parte norte de la isla continuó hasta hace unos 400.000 años. Después de un periodo de relativa “calma eruptiva”, el sur de La Palma comenzó a ser protagonista de nuevas erupciones hace 150.000 años. Progresivamente, se formó una estructura alta (1.950 metros) y alargada (20 kilómetros), conocida como la dorsal de Cumbre Vieja (Figura 7).

Figura 7. Vista hacia el norte de la dorsal de Cumbre Vieja; fotografía de Sergio Socorro (a) y su esquema geológico, incluyendo las erupciones históricas (últimos 500 años), Holocenas (últimos 11.000 años) y pre-Holocenas (hace más de 11.000 años); modificado de Carracedo et al. (2001) (b).
A lo largo del eje central de Cumbre Vieja se acumulan decenas de conos volcánicos monogenéticos, de donde han sido emitidos múltiples flujos de lava que descienden hacia las vertientes este y oeste de la dorsal (Figura 7). Las erupciones de Cumbre Vieja han sido típicamente estrombolianas y freatomagmáticas, dando lugar a coladas de lava y depósitos de escoria y lapilli.
Cumbre Vieja es también responsable de todas las erupciones históricas ocurridas en La Palma (Figura 7b), como las de Teneguía (1971) y Tajogaite (2021). Esta historia geológica explica por qué La Palma es un ejemplo espectacular de cómo el vulcanismo puede construir y transformar un territorio a lo largo del tiempo. Hoy en día, su suelo fértil permite una rica vegetación, y sus paisajes únicos atraen a turistas y científicos de todo el mundo con ganas de conocer sus bosques exuberantes, costas escarpadas y afloramientos de rocas volcánicas impresionantes. Sin embargo, ya sabemos que la actividad volcánica sigue modelando la isla, recordándonos que La Palma, como el resto de las Islas Canarias, es un lugar vivo y en constante evolución.
Referencias
Carracedo, J.C., Rodriguez-Badiola, E., Guillou, H., de La Nuez, J., Perez-Torrado, F.J., 2001. Geology and volcanology of La Palma and El Hierro, Western Canaries. Estud. Geol. 57, 175-273.
Perez-Torrado, F.J., Rodriguez-Gonzalez, A., Moreno-Medina, C.J., Cabrera, M.C., Carracedo, J.C., Díaz-Rodríguez, S., Fernandez-Turiel, J.L., Criado, C., Aulinas, M., Prieto-Torrell, C., 2022. Volcanes en movimiento: El Hierro y La Palma. DIGITAL.CSIC. https://doi.org/10.20350/digitalCSIC/14494
Prieto-Torrell, C., Geyer, A., Aulinas, M., & Schamuells, N. (2025). Evolución geológica de La Palma. Zenodo. https://doi.org/10.5281/zenodo.14737506
Textos: Claudia Prieto-Torrell (GEO3BCN-CSIC), Adelina Geyer (GEO3BCN-CSIC), Meritxell Aulinas (UB)
Ilustraciones: Noah Schamuells (GEO3BCN-CSIC)
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