¿A qué peligros volcánicos nos enfrentamos?
Estudiar los peligros volcánicos, comprender cómo se generan y conocer sus consecuencias es fundamental para poder estar bien preparados y tomar medidas de prevención. ¡Algunos efectos pueden durar años después de la erupción e incluso afectar a todo el planeta! En este blog descubriréis que son muchos los peligros volcánicos asociados a una erupción, los cuales se clasifican en dos categorías: DIRECTOS e INDIRECTOS. ¡Vamos a explorarlos juntos!
PELIGROS DIRECTOS
Los peligros volcánicos directos son aquellos que están directamente relacionados con los materiales y procesos generados por la actividad volcánica. Generalmente, ocurren durante el transcurso de una erupción, aunque algunos de ellos también pueden manifestarse antes y poco después de la erupción. Se distinguen tres tipos principales:
(i) PROCESOS DE CAÍDA, cuando los materiales caen por gravedad,
(ii) PROCESOS DE FLUJO, cuando los materiales se desplazan como si fueran líquidos,
(iii) y otros procesos, como la EMISIÓN DE GASES VOLCÁNICOS.
Los PROCESOS DE CAÍDA son el peligro volcánico directo más común, aunque no necesariamente el más grave. Estos procesos se presentan principalmente como columna eruptiva, nube eruptiva, caída de cenizas y bombas volcánicas.
Las cenizas y gases volcánicos emitidos durante una erupción explosiva forman una columna eruptiva que puede alcanzar mucha altura y extenderse lateralmente, según los vientos dominantes, generando enormes nubes eruptivas que pueden recorrer grandes distancias (Figura 1a). ¡Incluso pueden dar la vuelta a la Tierra! En la atmósfera, los gases forman pequeñísimas gotas (aerosoles), y las cenizas bloquean la luz del Sol, produciendo oscuridad y descenso de las temperaturas. Las cenizas suponen además un grave peligro para la aviación (Figura 1b), ya que pueden dañar los motores y, en el peor de los casos, provocar la pérdida de potencia de la aeronave.
La caída de cenizas (Figura 1) es el más común y peligroso de los procesos de caída. En función del volumen y duración de la erupción, las cenizas pueden cubrir extensas áreas y afectar zonas alejadas del volcán. Al caer, pueden causar cortes en carreteras y vías de comunicación, generar problemas respiratorios, dañar plantas, cultivos y explotaciones ganaderas y, con poco que se acumulen en los tejados de los edificios, pueden hundirlos fácilmente, ¡son muy densas!

Figura 1. a. Columna y nube eruptivas producidas durante la erupción del Monte Bromo (Indonesia) en 2011; https://unsplash.com/. b. Ceniza acumulada sobre una aeronave durante la erupción del Pinatubo (Filipinas) en 1991. La fotografía está tomada en la base aérea Cubi Point Naval Air Station, a unos 40 km del lugar de la erupción y donde se acumularon espesores de entre 10 y 15 cm de ceniza; fotografía R.L. Rieger, 1991 (U.S. Navy), Global Volcanism Program, Smithsonian Institution https://volcano.si.edu.
La eyección y caída a gran velocidad de bombas volcánicas durante erupciones explosivas constituye otro peligro de caída común, aunque más localizado (Figura 2a). Sus áreas de impacto están restringidas a la zona más próxima al volcán (Figura 2b), generalmente a unos 5 km a la redonda.

Figura 2. a. Erupción estromboliana del volcán Acatenango (Guatemala), donde se observa la eyección de bombas volcánicas; https://unsplash.com/. b. Daños causados en infraestructuras por el impacto de bombas volcánicas emitidas por el volcán Bromo (Indonesia); http://www.photovolcanica.com/.
Los PROCESOS DE FLUJO son el peligro volcánico directo más mortífero y, en comparación con los procesos de caída, sus impactos están mucho más restringidos a las zonas circundantes al volcán. Estos procesos se presentan principalmente como coladas de lava y corrientes de densidad piroclásticas.
Las coladas de lava (Figura 3a) constituyen el peligro volcánico más común en las erupciones no explosivas y, debido a su lento movimiento, rara vez amenazan la vida humana. Sin embargo, pueden ser altamente destructivas, causando cortes de carretera y vías de comunicación, destrucción de edificios e incendios (Figura 3b).

Figura 3. a. Colada de lava emitida por el volcán Fagradalsfjall (Islandia) en 2021; https://unsplash.com/. b. Cortes de carretera producidos por la erupción del Kīlauea (Hawái) en 2003; https://www.usgs.gov/.
Las corrientes de densidad piroclásticas (Figura 4a), aunque más locales que la caída de cenizas, son el peligro volcánico directo más destructivo y mortal. Se generan por un colapso gravitacional de domo, por un desprendimiento de parte de la columna eruptiva o por una combinación de ambos. A diferencia de las coladas de lava, viajan a altísima velocidad durante decenas de kilómetros y, a su paso, provocan asfixia, sepultamiento e incineración de toda vida humana y animal, ¡siendo imposible escapar! (Figura 4b).

Figura 4. a. Corrientes de densidad piroclásticas generadas durante la erupción del Pinatubo (Filipinas) en 1991; fotografía de Alberto García. b. Molde de yeso de una de las miles de víctimas de la erupción del Vesubio (Italia) en el año 79 d. C.; https://unsplash.com/.
Además de los procesos de caída y de flujo, existen otros procesos como la EMISIÓN DE GASES, muy comunes antes, durante y después de una erupción. Los gases volcánicos pueden liberarse en bajas cantidades a lo largo de grandes extensiones de terreno, o en mayores cantidades en puntos muy concretos, formando fumarolas (Figura 5a). Los más abundantes son el vapor de agua (H2O), el dióxido de carbono (CO2) y el dióxido de azufre (SO2), aunque en menor cantidad también hay otros tipos, como el sulfuro de hidrógeno (H2S) y el monóxido de carbono (CO). Algunos, como el vapor de agua, son inofensivos, pero otros, como el dióxido de azufre, ¡son muy tóxicos! (Figura 5b).

Figura 5. a. Emisión de gases y mineralización de azufre (tonos amarillos) en una fumarola del volcán Kawah Ijen (Indonesia); https://unsplash.com/. b. Señalizaciones de ‘zona peligrosa’ debido a la emisión de gases volcánicos en Puerto Naos (La Palma); fotografía de Arcadio Suárez, https://canarias7.es/.
PELIGROS INDIRECTOS
Los peligros volcánicos indirectos (Figura 6) son consecuencias secundarias de la actividad volcánica e incluyen: incendios, terremotos, deslizamientos, tsunamis, lahares, lluvia ácida, cambio climático, hambruna y epidemias.
Los incendios que ocurren durante una erupción son provocados principalmente por el paso de las coladas de lava. Grandes extensiones de vegetación pueden ser arrasadas (Figura 6a), y viviendas e infraestructuras quedar reducidas a escombros.
Los terremotos son otro peligro indirecto asociado a la actividad volcánica. La liberación de energía interna durante una erupción, provocada por el movimiento de magma bajo la superficie, puede generar grandes temblores que, entre otros, debiliten la estructura de los edificios y abran grietas en el suelo. Estas sacudidas del terreno, las lluvias torrenciales o las explosiones pueden provocar grandes y destructivos deslizamientos (Figura 6b). Estos suelen ocurrir en edificios volcánicos con laderas muy empinadas e inestables. Si los grandes deslizamientos llegan al mar, pueden formar enormes olas o tsunamis, muy peligrosos para las zonas costeras (Figura 6c). También pueden formarse tsunamis cuando hay erupciones submarinas.
Los lahares son la segunda causa de muerte entre los peligros indirectos. Pueden generarse cuando se dan tormentas, durante o después de una erupción, o al fundirse la nieve o el hielo al contacto con la lava o material volcánico a alta temperatura. Al estar compuestos por una mezcla de material piroclástico, rocas y agua, tienen una gran capacidad de arrastre… ¡son muy enérgicos y destructivos! (Figura 6d).
La lluvia ácida es también un peligro indirecto en zonas volcánicas activas. Cuando los gases volcánicos, como el dióxido de azufre, reaccionan con las moléculas de agua en la atmósfera, producen ácidos que, al precipitar en forma de lluvia o nieve ácida, provocan principalmente daños en la vegetación y contaminación del agua (Figura 6e).

Figura 6. a. Incendio provocado por el paso de las coladas de lava emitidas durante la erupción del volcán Kīlauea (Hawái) en 2003; https://www.usgs.gov/. b. Deslizamiento en el flanco SE del volcán Ontakesan (Japón). La avalancha resultante viajó unos 13 km, hasta el fondo de los valles cercanos; fotografía de Lee Siebert, 1988, Global Volcanism Program, Smithsonian Institution https://volcano.si.edu. c. Estragos causados por el tsunami de 2018 en el Estrecho de Sonda (Indonesia), desencadenado por la erupción del volcán Anak Krakatau; fotografía de Daryono, https://tribunnews.com/. d. Bloques y vegetación movilizados por el paso de un lahar tras la erupción del Mount St. Helens (Estados Unidos) en 1980; https://www.usgs.gov/. e. Efectos devastadores sobre la vegetación del Parque Nacional de Yellowstone (Estados Unidos) debido a la lluvia ácida; https://unsplash.com/. f. Pérdida de cosechas por la caída de cenizas, que ocasionó desabastecimiento en las comunidades afectadas al norte de Sumatra (Indonesia) tras la erupción del Mount Sinabung en 2014; https://usgs.gov/.
Las grandes erupciones pueden contribuir al cambio climático si se inyectan grandes cantidades de partículas (como cenizas) y gases volcánicos (como dióxido de azufre) a la atmósfera, los cuales reflejan la luz solar y provocan un enfriamiento global temporal. Este fenómeno extremo, conocido como “invierno volcánico”, puede alterar los patrones climáticos y afectar a la agricultura y los ecosistemas.
La pérdida inmediata de ganado y cosechas, así como la pérdida a largo plazo (de años a décadas) de la productividad agrícola de las tierras de cultivo sepultadas por materiales eruptivos, puede causar hambrunasen las comunidades afectadas (Figura 6f). Si a esto le sumamos malas condiciones higiénicas y contaminación del agua, tenemos el cóctel perfecto para la propagación de epidemias.
Las causas más comunes de muerte durante una erupción volcánica son: la hambruna y las epidemias con un 30,3 %, las corrientes de densidad piroclástica con un 26,8 %, los lahares con un 17,1 %, los tsunamis con un 16,9 % y otros factores con un 8,9 %. A pesar de los peligros directos e indirectos que conlleva una erupción, los volcanes también aportan grandes beneficios a nuestra sociedad. Esa es la razón por la que, desde la antigüedad, el ser humano se ha establecido en zonas volcánicas. Con el paso del tiempo, esas primeras poblaciones han ido creciendo y, hoy en día, millones de personas viven en zonas volcánicas activas y aprovechan los recursos que les proporcionan los volcanes.
Referencias
Bolós, X., Barde-Cabusson, S., Geyer, A., Sánchez, N., Galindo, I., Fraile-Nuez, E., Vázquez, J.T., 2024. El riesgo volcánico. Editorial CSIC, Ciencias para las Políticas Públicas. http://doi.org/10.20350/DIGITALCSIC/16384
Myers, B., Brantley, S.R., Stauffer, P., Hendley II, J.W., 2000. ¿Cuáles son las amenazas o peligros volcánicos? USGS Fact Sheet 144-0, 2. https://doi.org/10.3133/fs14400
Tilling, R.I., 2005. Volcano hazards. En: Martí, J., Ernst, G.G.J. (Eds.), Volcanoes and the Environment. Cambridge University Press, Cambridge, 55–89.
Si quieres citar esta entrada del volkiblog:
Prieto-Torrell, C., Geyer, A., & Schamuells, N. (2025). ¿A qué peligros volcánicos nos enfrentamos?. Zenodo. https://doi.org/10.5281/zenodo.14775646
Textos: Claudia Prieto-Torrell (GEO3BCN-CSIC), Adelina Geyer (GEO3BCN-CSIC)
Ilustraciones: Noah Schamuells (GEO3BCN-CSIC)
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