¿A qué peligros volcánicos nos enfrentamos?

Estudiar los peligros volcánicos, comprender cómo se generan y conocer sus consecuencias es fundamental para poder estar bien preparados y tomar medidas de prevención. ¡Algunos efectos pueden durar años después de la erupción e incluso afectar a todo el planeta! En este blog descubriréis que son muchos los peligros volcánicos asociados a una erupción. Los peligros volcánicos se dividen en dos categorías: DIRECTOS e INDIRECTOS.  ¡Vamos a explorarlos juntos!

PELIGROS DIRECTOS

Los PELIGROS VOLCÁNICOS DIRECTOS son aquellos que se producen durante o poco después de la erupción (desde minutos hasta varios días) y están directamente relacionados con los materiales y procesos generados por la actividad volcánica. Se distinguen tres tipos principales:

(i) PROCESOS DE CAÍDA, cuando los materiales caen por gravedad,

(ii) PROCESOS DE FLUJO, cuando los materiales se desplazan como si fueran líquidos,

y (iii) otros procesos, como las FUMAROLAS.

Los PROCESOS DE CAÍDA son el peligro volcánico directo más común, aunque no necesariamente el más grave. Estos procesos se presentan principalmente como columna eruptiva, nube eruptiva, caída de cenizas y bombas volcánicas.

Las cenizas y gases volcánicos emitidos durante una erupción explosiva forman una columna eruptiva que puede alcanzar mucha altura y extenderse lateralmente, según los vientos dominantes, generando enormes nubes eruptivas que pueden recorrer grandes distancias. ¡Incluso pueden dar la vuelta a la Tierra! En la atmósfera, los gases forman pequeñísimas gotas (aerosoles), y las cenizas bloquean la luz del sol, produciendo oscuridad y descenso de las temperaturas. Las cenizas suponen además un grave peligro para la aviación, ya que pueden dañar los motores y, en el peor de los casos, provocar la pérdida de potencia de la aeronave.

La caída de cenizas es el más común y peligroso de los procesos de caída. En función del volumen y duración de la erupción, las cenizas pueden cubrir extensas áreas y afectar zonas alejadas del volcán. Al caer, causan cortes de carretera y vías de comunicación, generan problemas respiratorios, dañan plantas, cultivos y explotaciones ganaderas y, con poco que se acumulen en los tejados de los edificios, pueden hundirlos fácilmente, ¡son muy densas!

La eyección y caída a alta velocidad de bombas volcánicas durante erupciones explosivas constituye otro peligro de caída común, aunque más localizado. Sus áreas de impacto están restringidas a la zona más próxima al volcán, generalmente a unos 5 km a la redonda.

Los PROCESOS DE FLUJO son el peligro volcánico directo más mortífero y, en comparación con los procesos de caída, sus impactos están mucho más restringidos a las zonas circundantes del volcán. Estos procesos se presentan principalmente como coladas de lava y corrientes de densidad piroclásticas.

Las coladas de lava constituyen el peligro volcánico más común en las erupciones no explosivas y, debido a su lento movimiento, rara vez amenazan la vida humana. Sin embargo, pueden ser altamente destructivas, causando cortes de carretera y vías de comunicación, destrucción de edificios e incendios.

Las corrientes de densidad piroclásticas, aunque más locales que la caída de cenizas, son el peligro volcánico directo más destructivo y mortal. Se generan por un colapso gravitacional de domo, por un desprendimiento de parte de la columna eruptiva o por una combinación de ambos. A diferencia de las coladas de lava, viajan a altísima velocidad durante varias decenas de kilómetros y, a su paso, provocan asfixia, sepultamiento e incineración de toda vida humana y animal, ¡siendo imposible escapar de ellas!

Además de los procesos de caída y de flujo, existen otros procesos responsables de fenómenos como las lluvias ácidas y las fumarolas. Cuando los gases volcánicos, como el dióxido de azufre, reaccionan con las moléculas de agua en la atmósfera, producen ácidos. Estos, al precipitar en forma de lluvia o nieve ácida, tienen efectos perjudiciales sobre la vegetación, lagos y ríos, y sobre la salud de personas y animales. En las fumarolas se emiten grandes cantidades de gases volcánicos. Algunos, como el vapor de agua, son inofensivos, pero otros, como el dióxido de azufre, ¡son muy tóxicos!

PELIGROS INDIRECTOS

 Los PELIGROS VOLCÁNICOS INDIRECTOS, como su propio nombre indica, son aquellos que no están directamente causados por la erupción, sino que se son consecuencia de los peligros directos e incluyen: incendios, terremotos, deslizamientos, tsunamis, lahares, cambio climático, hambruna y epidemias. 

Los incendios que se desatan en una erupción son provocados mayoritariamente por el paso de las coladas de lava a gran temperatura, aunque la caída de piroclastos también puede contribuir a desencadenarlos. Grandes extensiones de vegetación pueden ser arrasadas, y viviendas e infraestructuras quedar reducidas a escombros.   

Los terremotos son otro peligro indirecto asociado a la actividad volcánica. La liberación de energía interna durante una erupción, provocada por el movimiento de magma bajo la superficie, puede generar grandes temblores que, entre otros, debiliten la estructura de los edificios y abran grietas en el suelo. Estas sacudidas del terreno, las lluvias torrenciales o las explosiones pueden provocar grandes y destructivos deslizamientos de tierra. Estos suelen ocurrir en edificios volcánicos con laderas muy empinadas e inestables. Si los grandes deslizamientos llegan al mar, pueden formar enormes olas o tsunamis, muy peligrosos para las zonas costeras. También pueden formarse tsunamis cuando hay erupciones submarinas.    

Los lahares son la segunda causa de muerte entre los peligros volcánicos indirectos. Pueden generarse cuando se dan tormentas, durante o después de una erupción, o al fundirse la nieve o el hielo al contacto con la lava o material volcánico a alta temperatura. Al estar compuestos por una mezcla de material piroclástico, rocas y agua, tienen una gran capacidad de arrastre… ¡son muy enérgicos y destructivos!

Las grandes erupciones pueden contribuir al cambio climático si se inyectan grandes cantidades de partículas (como cenizas) y gases volcánicos (como dióxido de azufre) a la atmósfera, los cuales reflejan la luz solar y provocan un enfriamiento global temporal, un efecto conocido como “invierno volcánico”. Este fenómeno puede alterar los patrones climáticos y afectar la agricultura y los ecosistemas.

La pérdida inmediata de ganado y cosechas, así como la pérdida a largo plazo (de años a décadas) de la productividad agrícola de las tierras de cultivo sepultadas por materiales eruptivos, puede causar hambrunas en las comunidades afectadas. Si a esto le sumamos malas condiciones higiénicas y contaminación del agua, tenemos el cóctel perfecto para la propagación de epidemias.

Las causas más comunes de muerte durante una erupción volcánica son: la hambruna y las epidemias con un 30,3%, las corrientes de densidad piroclástica con un 26,8%, los lahares con un 17,1%, los tsunamis con un 16,9% y otros factores con un 8,9%. A pesar de los peligros directos e indirectos que conlleva una erupción, los volcanes también aportan grandes beneficios a nuestra sociedad. Esa es la razón por la que, desde la antigüedad, el ser humano se ha establecido en zonas volcánicas. Con el paso del tiempo, esas primeras poblaciones han ido creciendo y, hoy en día, millones de personas viven en zonas volcánicas activas y aprovechan los recursos que les proporcionan los volcanes. 

Referencias

Tilling, R.I., 2005. Volcano hazards. En: Martí, J., Ernst, G.G.J. (Eds.), Volcanoes and the Environment. Cambridge University Press, Cambridge, pp. 55–89.